miércoles, 6 de febrero de 2008

Fontanarrosa y las malas palabras

El negro Roberto Fontanarrosa en el III Congreso de la Lengua Española, Teatro el Círculo de Rosario, Argentina, 17 y el 20 de noviembre de 2004.


ROBERTO FONTANARROSA
"La Internacionalización del Español"

No sé que tiene que ver con lo de la internacionalización, que, aparte, ahora que pienso, ese título lo habrán puesto para decir que una persona que logra decir correctamente in-ter-na-cio-na-li-za-ción es capaz de ponerse en un escenario y hablar algo —porque es como un
test que han hecho—.

Algo tendrá que ver el tema, éste, el de la malas palabras, por ejemplo, con éste, como el que decía el amigo Escribano (José Claudio Escribano), se nota que es tan polémica esta mesa que es la única a la que le han asignado «escribano» para que se controle todo lo que se dice en ella.

Creo que es un aporte real en cuanto al intercambio, me ha tocado vivir cuando he tenido que acompañar a la selección argentina a partidos (de fútbol) en Latinoamérica. El intercambio que hay en esos casos de este lenguaje es de una riqueza notable; es más, en Paraguay nos decían «come gatos» que es, estrictamente para los rosarinos, «un rosarinismo».








Un Congreso de la Lengua, es más que todo, para plantearse preguntas. Yo como casi siempre hablo desde el desconocimiento, me pregunto por qué son malas las malas palabras, quién las define como tal. ¿Quién y por qué?, ¿quién dice qué tienen las malas palabras?, ¿o es que acaso les pegan las malas palabras a las buenas?, ¿son malas porque son de mala calidad?, o sea que ¿cuando uno las pronuncia se deterioran? o ¿cuando uno las utiliza, tienen actitudes reñidas con la moral?

Obviamente, no se quién las define como malas palabras, tal vez sean como esos villanos de viejas películas como las que nosotros veíamos, que en un principio eran buenos, pero que al final la sociedad los hizo malos.

Tal vez nosotros al marginarlas, las hemos derivado en palabras malas, lo que yo pienso es que brindan otros matices muchas de ellas. Yo soy fundamentalmente dibujante, con lo que uno se preguntará: ¿qué hace ese muchacho arriba del escenario? Manejo muy mal el color, por ejemplo, pero a través de eso sé que cuanto más matices tenga uno, más puede defenderse, para expresarse, para transmitir, para graficar algo, entonces, ¿hay palabras, palabras de las denominadas malas palabras que son irremplazables, por sonoridad, por fuerza, algunos incluso por contextura física de la palabra. No es lo mismo decir que una persona es tonta o zonza que decir que es un pelotudo. Tonto puede incluso incluir un problema de disminución neurológica realmente agresivo.

El secreto de la palabra pelotudo, ya universalizada —no sé si está en el diccionario de dudas—, está en que también puede hacer referencia a algo que tiene pelotas. Puede hacer referencia a algo que tiene pelotas que puede ser un utilero de fútbol que es un pelotudo porque traslada las pelotas; pero lo que digo, el secreto, la fuerza; está en la letra t. Analicémoslo —anoten las maestras—: está en la letra t, puesto que no es lo mismo decir zonzo que decir peloTUdo.

Otra cosa, hay una palabra maravillosa que en otros países está exenta de culpa —esa es otra particularidad, porque todos los países tienen malas palabras pero se ve que las leyes de algunos países protegen y en otros no—, hay una palabra maravillosa, decía, que es carajo. Yo tendría que recurrir a mi amigo y conocedor, Arturo Pérez Reverte, conocedor en cuanto a la navegación, porque tengo entendido que el carajo era el lugar donde se colocaba el vigía, en lo alto de los mástiles de los barcos para divisar tierra o lo que fuere, entonces mandar a una persona al carajo era estrictamente eso, mandarlo ahí arriba.

Amigos mexicanos con los que estuve cenando anoche me estuvieron enseñando una cantidad de malas palabras mexicanas. Ahora que lo pienso creo que me estaban insultando porque se suscitó un problema con la cuenta a la hora de pagar. Me explicaban, que las islas Carajo son unas islas que están en el océano Indico.

En España, el carajillo es el café con coñac y acá apareció como mala palabra, al punto que se llega a los eufemismos se decía caracho es de una debilidad absoluta y de una hipocresía...


¿no?






A veces hay periódicos que ponen: «El senador fulano de tal envío a la M a su par…». La triste función de esos puntos suspensivos, realmente el papel absurdo que están haciendo ahí, merecería también una discusión acá, en el Congreso de la Lengua.

Voy a ir cerrando, hay otra palabra que quiero apuntar que creo es fundamental en el idioma castellano, que es la palabra «mierda», que también es irremplazable. El secreto de la contextura física está en la r —anoten las docentes— porque es mucho más débil como lo dicen los cubanos: miELda, que suena a chino y eso —yo creo que ahí está la base de los problemas que ha tenido la Revolución cubana—, quita de posibilidades de expresiva.

Voy cerrando, después de este aporte medular que he hecho al lenguaje y al Congreso, lo que yo pido es que atendamos a esta condición terapéutica de las malas palabras. Mi psicoanalista dice que es imprescindible para descargarse, para dejar de lado el estrés y todo ese tipo de cosas. Lo único que yo pediría (no quiero hacer una teoría) es reconsiderar la situación de estas palabras. Pido una amnistía para la mayoría de ellas. Vivamos una navidad sin malas palabras e integrémoslas al lenguaje, que las vamos a necesitar.


El negro Roberto Fontanarrosa en el III Congreso de la Lengua Española, Teatro el Círculo de Rosario, Argentina, del 17 al 20 de noviembre de 2004.



APRETADA BIOGRAFÍA DE UN NEGRO INMENSO


Roberto Fontanarrosa
Escritor (Argentina)

Humorista y narrador argentino nacido en Rosario (26 de noviembre de 1944 - 19 de julio de 2007). Su carrera comenzó como dibujante humorístico, destacándose rápidamente por su calidad y por la rapidez y seguridad con que ejecuta sus dibujos. Estas cualidades hicieron que su producción gráfica fuera copiosa. Se le conocía su gusto por el fútbol, deporte al cual le dedicó varias de sus obras. El cuento “19 de diciembre de 1971″ es un clásico de la literatura futbolística argentina. Como buen “futbolero”, siempre mostró su simpatía por el equipo al que seguía desde pequeño, en este caso Rosario Central. Falleció a la edad de 62 años, víctima de un paro cardiorrespiratorio. Sufría una extraña enfermedad neurológica, “esclerosis lateral amiotrófica”, sin cura conocida. Esta es una variante de esclerosis y le fue tendiendo un cerco que afectó primero su brazo izquierdo, y luego dificultó su movilidad, por lo cual en sus últimas apariciones se lo vio en silla de ruedas. No rechazó ningún tratamiento, desde acupuntura hasta ensayos con células madre, en fase experimental. La noticia de su muerte fue sorpresiva para todos: la arrolladora vitalidad que transmitía el rosarino marcaba un diagnóstico propio y diferente, siempre esperanzado.



Novelas:

BestSeller,

El área 18 y

La Gansada


Cuentos:

Los trenes matan a los autos,

No sé si he sido claro,

El mundo ha vivido equivocado,

Nada del otro mundo,

El mayor de mis defectos,

Uno nunca sabe,

La Mesa de los Galanes,

Una lección de vida,

Puro Fútbol,

Te digo más...,

Puro fútbol y

Usted no me lo va a creer (cuentos).

En materia de humor gráfico, a las series de sus personajes Inodoro Pereyra y Boogie el Aceitoso se suman El fútbol es sagrado, Fontanarrosa de penal, Semblanzas deportivas, El sexo de Fontanarrosa, El segundo sexo de Fontanarrosa, Los clásicos según Fontanarrosa, Fontanarrosa y los médicos, Sperman, Fontanarrisa, ¿Quién es Fontanarrosa?, Fontanarrosa y la pareja, Fontanarrosa y la política, Fontanarrosa continuará, Fontanarrosa contra la cultura, Fontanarrosa es Mundial, Fontanarrosa y el fútbol, Fontanarrosa y la inseguridad y los dos tomos de colección de Todo Boogie y 20 años con Inodoro Pereyra.

Realizó ilustraciones para una edición del Martín Fierro, de José Hernández.

Fueron publicados hasta el momento 28 tomos con la historieta de Inodoro Pereyra—una sátira al folclorismo barato y plagado de lugares comunes, vagamente inspirada en el Martín Fierro—, y 12 de Boogie, el Aceitoso, parodia del asesino profesional estereotipado por las películas hollywoodenses.

Las aventuras de Boogie aparecen en la revista Proceso de México y en diarios colombianos y uruguayos. También se han publicados libros con recopilaciones del personaje en Brasil y en Italia. Muchos de sus cuentos fueron dramatizados y convertidos en obras teatrales o televisas. Se han escenificado más de cinco versiones de Inodoro Pereyra, la última de ellas por el elenco «El Galpón» de Montevideo.

Un video de una hora y media con testimonios sobre su carrera, Fontanarrosa se la cuenta y confiesa que ha reído, acaba de ser editado por la Universidad de Rosario. Escribió regularmente crónicas periodísticas sobre fútbol, especialmente para los campeonatos mundiales. Las escritas en ocasión del campeonato de 1994 se recopilaron en el libro Fontanarrosa es Mundial.





Mendieta ante la muerte del querido Negro

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