El río va silbando bajito
por el lecho de piedra
y cemento que por fondo
tiene el viejo Mapocho.
Cansino vagabundea
zigzagueando ebrio,
como ignorado mendigo,
por el centro de Santiago.
Así como el río
silbando me voy
cause a bajo mi sino
sueño marino y amargo,
de blanca espuma salobre
bogo, entre roquerío y verde,
entre casetas y pobrerío.
Destino de sal tiene el río
siempre adelante pero bajando
destino de mar el mío
cayendo tras un sol poniente esquivo
como este pobre y ciego amigo
incapaz de saberse hermano
o al menos pariente lejano,
de aquel Paraná mío.
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